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Anna May Wong es la actriz, intérprete e ícono de la moda asioamericana más importante que jamás hayamos tenido.
1919, Los Ángeles, California.
Anna May Wong, de 14 años, se salía de la escuela para ir al cine y ver cómo se hacían las películas.
Cuenta la leyenda que Anna May Wong merodeaba por los sets de filmación de Hollywood y que los productores y directores se daban cuenta de la presencia de esta curiosa niña china.
"Me abría camino a través de la multitud y me acercaba a las cámaras.
Contemplaba a esta gente glamorosa.
Y luego regresaba a casa y repetía sus gestos y escenas frente al espejo".
Anna May Wong nació en 1905 cerca del Chinatown de Los Ángeles, donde su padre tenía una lavandería.
Wong asistió a una típica escuela primaria.
Ella y su hermana mayor, Lulu, conocieron las consabidas burlas por la forma de sus ojos, etc.
"La gran diversión era ponernos a mi hermana y a mí en medio y atormentarnos".
Anna May Wong vivió durante una época de segregación racial.
Había en el país un palpable sentimiento nacionalista en torno a la migración china.
Se vio reflejado en la Ley de Exclusión China de 1882, que es la única ley de inmigración dirigida a un grupo específico.
A pesar de la fuerte desaprobación de su familia, Wong dejó la escuela secundaria para dedicarse a tiempo completo a la actuación.
"Me había propuesto darme un plazo de 10 años para triunfar.
Sentía la felicidad más grande--como una rara flor recibiendo los rayos del sol".
Los papeles estelares de personajes chinos en las películas de Hollywood eran interpretados por actores blancos maquillados de amarillo.
Usaban maquillaje, disfraces muy exagerados, y tenían los ojos estirados para parecer más asiáticos.
Era horrible del todo, fatal.
Ese es el Hollywood al que Wong se enfrentó cuando debutó, a los 17 años, en una de las primeras películas technicolor.
Es una película muda, pero ella es asombrosamente elocuente.
Sus expresiones faciales, su capacidad para llorar, su empuje; a pesar de ser un papel recatado en el que al final muere.
Casi todos los que la vieron quedaron muy impresionados.
"Puse todo de mi y me quedé exhausta tratando de vivir mi papel.
Quería representar dignamente a los míos".
El talento de Wong llamó la atención del director y actor Douglas Fairbanks, que la llamó para su película "El ladrón de Bagdad", que fue un éxito de taquilla.
Tuvo un papel principal y sin embargo la reprobación de su padre, por la poca ropa que su papel exigía.
Muy avanzado para lo que se podía mostrar en una película de Hollywood; llamó la atención y la hizo conocer en todo el mundo.
Wong comenzó a salir con actores blancos y cultivó una imagen pública de una sofisticada "flapper" de los años 20.
La moda está cambiando, las faldas son cada vez más cortas, más ajustadas.
El cuerpo de Anna May Wong encajaba maravillosamente en esa estética.
Es conocida por su corte de pelo, el flequillo de Anna May Wong.
A pesar de su fama creciente, Wong siguió representando papeles de apoyo como "señora mariposa" o como una "mujer dragón".
Era una época de leyes contra el mestizaje.
Así que era casi imposible que Anna May Wong se besara en la pantalla o se casara con un hombre blanco.
Ella realmente allanó el camino para mí.
Como mujer asiático-americana en la industria del entretenimiento, ha habido momentos en los que me hubiese gustado interpretar ciertos roles y la respuesta ha sido que buscan a alguien de otra etnia o una chica blanca.
Soy Jenna Ushkowitz y estoy en la actuación desde que tenía tres años.
Se me conoce por mi papel de Tina Cohen Chang en "Glee."
Me han encasillado en estos roles en los que tienes que ser o la compañera o nerda tecnológica.
Hay ciertos roles en televisión y cine y ciertos roles para actrices asio-americanas.
El punto de quiebre con las prácticas de casting de Hollywood Wong lo vive en 1928.
Para el papel principal de la película "Crimson City" se pasaron por encima de Wong.
Y para colmo de males, incluso se le dijo que le enseñara a la actriz elegida a comer con palillos.
"En Hollywood no hay mucho para mí, porque para los papeles chinos los productores prefieren a actores húngaros antes que a verdaderos chinos.
Lo mejor que interpretó parecen ser unas muertes patéticas".
Wong viajo a Europa.
Protagonizó varias películas realizadas en París, Berlín y Londres.
Protagonizó su primera obra, "El círculo de tiza" con un joven Lawrence Olivier.
En Europa halló oportunidades que antes no tenía.
Cuando llegaron las películas sonoras, Wong hizo papeles en tres idiomas.
Aprendió alemán y francés, y los habló con fluidez.
"Cualquiera que sepa hablar chino puede aprender cualquier otro idioma".
En Berlín, Wong conoció a la estrella de cine Marlene Dietrich y se hicieron amigas.
Ambas mujeres vestían de esmoquin y con sombreros de copa.
A las dos se las asocia con una sexualidad peligrosa, una sexualidad no necesariamente contenida por el matrimonio o la respetabilidad.
Después de que Wong regresó a los Estados Unidos en 1931, protagonizaron juntas en "Shanghai Express".
Ellas interpretan personajes contrapuestos de mujeres de mala reputación.
Wong vive al final.
Así que es un punto culminante de su carrera.
Pero en 1935 Hollywood otra vez discriminó a Wong cuando aspiró al papel principal de la película más grande, nunca antes hecha sobre china: una adaptación de la novela de Pearl Buck, "La buena tierra".
Luise Rainer y Paul Muni, actores blancos los dos, terminaron siendo los protagonistas, y se le pidió a Wong que hiciera una prueba para el papel del único personaje malvado.
De ninguna manera, contestó.
"Me están pidiendo que haga el único papel antipático de la película, con un reparto totalmente americano que interpreta a personajes chinos.
Tuve que negarme".
Ella ni se enoja ni se sienta en sus laureles.
"Al diablo con Hollywood, dice".
Contrata a su propio director de fotografía y hace su propia película.
Wong pasó 1936 filmando un documental de sus viajes en China.
"Aunque he estado en muchos, muchos lugares del mundo, este primer y único viaje que hice a China fue el más significativo".
A su regreso de China, Wong firmó un contrato con Paramount, y finalmente pudo interpretar algunos papeles más sofisticados.
"Esta imagen nos da un respiro a los chinos del cine.
!¡Finalmente tenemos partes de gente simpática, decente!
Esto significa mucho para mí".
Trabajé con Hunter Arnold como productores de "Una vez por esta isla", que regresaba a Broadway, con un elenco realmente diverso.
Ganamos un Tony, que ni en mis sueños pensé tener.
Y pensé en todas las generaciones más jóvenes que sienten que tienen la habilidad pero que no llegan ni a que se les abra la puerta.
Así que Hunter creó la iniciativa !¡Sube!
que es para productores poco representados y nos ha asesorado en el camino.
Quiero ver un programa que diga, "podemos tener cuatro actrices asiáticas en el programa".
Con la inclusión viene la igualdad y espero que es hacia allá donde nos dirigimos.
Antes y durante la segunda guerra mundial, Wong contribuyó al esfuerzo de la guerra subastando los trajes de sus películas.
El trabajo en el cine era difícil de lograr, por lo que sufre depresión y alcoholismo.
Nunca se casó, vivió con su hermano en su casa de Santa Mónica.
"La vida profesional está tranquila en todos los frentes.
Uno se pregunta si uno volverá a trabajar".
En los años 50 y 60, Wong apareció en varios programas de tv.
Ella se volvió a levantar.
Siguió adelante.
Trabajó donde pudo.
Wong recibió una estrella en el paseo de la fama de Hollywood en 1960.
Iba a actuar en "La canción del tambor chino", la primera película importante de Hollywood con un reparto principalmente asiático americano, pero murió a los 56 años de un ataque al corazón después de luchar contra una cirrosis al hígado.
Dejó un legado de 60 películas.
Artísticamente, Anna May Wong tenía un rango flexible, heterodoxo.
Su capacidad para sobrevivir en un mundo segregado y sexista habla de cómo el público pudo ver más allá de lo que Hollywood veía.
En Hollywood, las cosas están mejor de lo que solían ser, pero falta mucho para que estén donde deberían.
La "cara amarilla" ha evolucionado desde la época de Anna May Wong.
Pero no creo que haya desaparecido por completo todavía, y eso debe cambiar.
"El éxito no es una joya que puedas comprar y guardar para toda la vida.
Al contrario, la estrella más brillante puede caer en cualquier momento y volverse polvo".